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“A mí me marcó demasiado, porque todo lo que te estoy contando es violencia obstétrica”

1 Agosto 2021

Por Isadora Hernández y María Francisca Soto. Licenciadas en Sociología, Universidad Diego Portales[1]

Ilustraciones, Valentina Pérez (@espaciogrumoso)

 

Violencia obstétrica desde la perspectiva de matronas, matrones y ginecólogas 

Antiguamente los partos se atendían en los hogares de las mujeres. Con el paso del tiempo y los avances en la medicina, los partos comenzaron a realizarse en los centros hospitalarios, donde se empiezan a normalizar diferentes procedimientos médicos invasivos en los cuerpos de las mujeres que antes no se hacían. Entonces, el manejo técnico del cuerpo femenino por parte de los/as profesionales de la salud deja sin participación a la mujer en su proceso de parto (Barria & Rivera, 2016). En este punto se genera la “Violencia Obstétrica”, el cual es un tipo de violencia hacia la mujer por parte de los y las profesionales de la Salud (Belli, 2013) donde se vulneran sus derechos a través de un trato deshumanizante durante el trabajo de parto, el cual puede ser físico y/o psicológico, y que resulta amenazante a la vida de las mujeres. Su ocurrencia puede desencadenarse por diferentes factores por parte de los/as profesionales de la salud. Según Olza (2014), uno de estos es el síndrome de Burnout[2], el cual puede generar un trato más violento y deshumanizante contra las usuarias dado por las exigencias del sistema de salud. Otro factor mencionado por Olza (2014) refiere a la falta de formación y de habilidades técnicas para afrontar los aspectos emocionales y sexuales del parto.

En función de estos antecedentes, la finalidad de nuestra tesis de pregrado, cuyos principales resultados se presentan en la siguiente entrada de blog, fue comprender desde la perspectiva de las/os profesionales de la salud cómo influye la formación profesional y las condiciones laborales en el ejercicio de la violencia obstétrica. Sobre esto, hay escasos estudios acerca de la visión de los/as  propios profesionales, por lo que esta tesis puede ser un aporte a la visibilización y comprensión de esta problemática. Se trató de una investigación cualitativa de tipo exploratoria donde ocupamos como herramienta de recolección de información entrevistas semi estructuradas (Corbetta, 2007). De esta manera, se logró hacer un total de 14 entrevistas correspondientes a 5 matronas, 3 matrones y 6 ginecólogas, personas que trabajan tanto en el sector público como privado, así como en docencia universitaria en la ciudad de Santiago.

Para analizar la información recolectada se llevó a cabo un análisis de contenido. Los resultados se dividieron en 3 grandes apartados, el primero es la violencia obstétrica, el segundo posibles razones del ejercicio de la violencia y, por último, la relación de los y las profesionales con los equipos médicos y las pacientes.[3]

Violencia Obstétrica

La violencia obstétrica, se plantea como un concepto difuso, sin un acuerdo sobre su definición y limites por parte de matronas, matrones y ginecólogas. Mientras algunos/as normalizan la violencia, otros/as tienen una actitud crítica respecto a la forma de llevar a cabo los partos.

De las entrevistas realizadas surgieron diferentes definiciones de este fenómeno. Una de estas fue la violencia explícita; es decir, violencia física, psicológica y verbal a partir de situaciones variadas, desde golpes a las pacientes, frases violentas, gritos, infantilización, y la realización de procedimientos innecesarios que además se hacen de forma violenta.

También existen expresiones menos latentes de la violencia obstétrica, como cuando surgen situaciones donde los/as profesionales omiten y/o “no escuchan” a las pacientes, siendo una forma de violentar consciente e intencional. Un ejemplo de ello, según las/os profesionales, es que el personal de salud puede “mentir” a las pacientes, inventando diagnósticos que pueden afectar el proceso de parto dando espacio a que se realicen procedimientos innecesarios para beneficio del personal de salud, como sería salir antes de sus lugares de trabajo o hacer que las pacientes se acomoden a los tiempos de las/os profesionales;

“(…) he visto harta invención, como de engañar a la paciente para conseguir sacar antes a la guagua o hacer una cesárea, esas cosas siento que no corresponden y se dan: “eres muy estrecha”, “no está guagua es muy grande”, esa cuestión está lleno, pero eso no se da en el hospital es más en el área privada” (Ginecóloga 3, Privado/Público).

A pesar de las diferencias que pueden existir entre los sectores de la salud pública y privada, ya sea con respecto a la infraestructura, al trato y/o a la forma de trabajo de los y las profesionales; la violencia obstétrica existe en ambos sectores. Sin embargo, es importante mencionar que las lógicas y motivaciones son distintas. Por un lado, la violencia en el sector privado esta oculta bajo la hotelería, con una “sonrisa acompañada” (Matrón 6, Público), y motivada no en el bienestar de la paciente sino que en el beneficio económico de los centros de salud. En el sector público la violencia es más explícita debido a la precariedad de este sector. Ello se ve, por ejemplo, en la falta de espacios óptimos para la atención de las mujeres en trabajo de parto.

Posibles razones por la que se ejerce violencia obstétrica

La formación universitaria surge como un elemento central en cómo los/as profesionales se van a desenvolver a futuro. De aquí se desprenden las falencias en la educación gineco-obstetra que las/os entrevistadas/os perciben y describen. Plantean que el campo médico está viciado con actitudes que siguen un patrón tradicional, que provoca que los/as estudiantes tengan que seguir ciertas prácticas de otros profesionales con más años de experiencia para ingresar en la hegemonía del campo médico, generando lo que los y las entrevistadas denominaron como monito mayor[4]. La educación no se centra en el trato con las pacientes, sino que le da más importancia a las áreas patológicas y quirúrgicas de la gineco-obstetricia, principalmente en el caso de ginecólogas, impidiendo que haya una actualización respecto a temas como la violencia obstétrica, el género y las disidencias sexuales.

Independiente del lugar de trabajo (sector público o privado), los/as profesionales entrevistados/as se centraron en los aspectos negativos de sus condiciones laborales. Por ejemplo, la infraestructura de los centros de salud y la alta carga asistencial que dificultaba poder generar un vínculo con la paciente. Estos aspectos eran tan importantes como su ambiente laboral, pudiendo llegar a afectar tanto su estado anímico como su desempeño. Estas condiciones se replican en la atención precaria hacia las pacientes que viven sus procesos de parto, generando más disgusto aún que sus propias condiciones laborales. En consecuencia, surge en los/as profesionales una “decepción con el sistema de salud”, donde la carencia del sistema genera un desencanto de la profesión, haciendo que ellos/as sean menos empáticos y más indolentes en su trato con la paciente, dificultando una atención digna y generando, en ocasiones, situaciones de violencia obstétrica.

Relación de los/as profesionales con el equipo médico y las pacientes

La organización dentro del campo medico es jerárquica, donde los/las médicas se posicionan en la punta de la pirámide dejando al resto de los/as profesionales más abajo. Se plantea que las pacientes se encuentran en el último escalafón, estando en una posición de desventaja con respecto a la acumulación de conocimiento de las/os médicos y dando espacio a la apropiación de los cuerpos por parte del personal a través de la medicalización. Además, existe una jerarquía por género, donde ginecólogas y matronas deben crear estrategias para sobrellevar y nivelarse dentro de esta. Por un lado, las ginecólogas se masculinizan para validarse dentro de los equipos médicos, y por otro lado, las matronas adoptan actitudes serviciales frente a los médicos para romper un poco las dinámicas jerárquicas.

Las características de las pacientes percibidas por los/as profesionales de la salud son un factor determinante de cómo se desarrollará la relación médica/o – paciente. Estos/as mencionan que en el sector público las pacientes no tienen la opción de elegir con que profesional atenderse; pacientes que en su mayoría son mujeres de menores ingresos, migrantes, adolescentes, entre otras. Los/as entrevistados/as también dan a entender que estos grupos son las más propensas a sufrir violencia obstétrica. Así mismo, en el sector privado las pacientes tienen la opción de elegir con quien atenderse, y se refieren a ellas como mujeres con mayores ingresos y profesionales. Aun así, las situaciones violentas ocurren en ambos sectores.

 

Reflexiones finales

Planteamos que el sistema de salud actual es el principal responsable del ejercicio de la violencia obstétrica, puesto que es un sistema patriarcal y tradicionalista que tiene patrones que se plasman en la formación de nuevos profesionales, lo cuales se siguen reproduciendo y legitimando en el campo médico. Actualmente en el Congreso está la discusión de un proyecto de Ley[5] que establece derechos sexuales y ginecológicos de las mujeres y sanciona la violencia gineco-obstétrica. Sin embargo, por más que exista la discusión de la Ley, el debate no solo debe centrarse en la violencia como tal, sino que en el trasfondo de esta. Se trata sobre todo de explorar las estructuras que configuran y reproducen un tipo de formación profesional y de condiciones laborales, y ver una posible erradicación desde ese punto, dado que por sí sola una Ley no lograría este cometido y no habría un cambio real y consistente en el tiempo.

 

Referencias

Barria, C. & Rivera, L. (2016). Salud y género. Una mirada sobre la violencia obstétrica. Revista diáLogos. Universidad Nacional de San Luis – Facultad de Ciencias Humanas. Vol. 5. N°1. Argentina. pp. 97-103. Obtenido en: https://core.ac.uk/download/pdf/159288545.pdf

Belli, L. (2013). La violencia obstétrica: otra forma de violación a los derechos humanos Obstetric violence: another form of Human Rights violation. Revista Redbioética/UNESCO, Año 4, 1 (7): 25-34.  Obtenido en: https://ri.conicet.gov.ar/bitstream/handle/11336/12868/Art2-BelliR7.pdf?sequence=2&isAllowed=y

Corbetta, P. (2007). Metodología y tecnicas de investigacion social. Mcgraw-hill.

Errázurriz y Collage, Y. & Valenzuela, S. (2021). Ley Adriana: en búsqueda del parto respetado y sancionar la violencia ginecobstétrica. Diario La Tercera, Chile. Obtenido en: https://www.latercera.com/paula/ley-adriana-en-busqueda-del-parto-respetado-y-sancionar-la-violencia-ginecobstetrica/

Lemus AS, Hamui SA, Ixtla PM, et al. (2017) Una mirada crítica sobre la noción: paciente/usuario/cliente desde la antropología en salud. Rev CONAMED. 22(2):98-103. Obtenido en: https://www.medigraphic.com/pdfs/conamed/con-2017/con172h.pdf

Olza, I. (2014). Estrés postraumático secundario en profesionales de la atención al parte. Aproximación al concepto de violencia obstétrica. Revista Iberoamericana de Psicosomática, C. Med. Psicosom, n°111, Madrid, España. https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=4906961

Pintado-Cucarella, S. Penagos-Corzo, J. Casas-Arellano, M. (2015). Síndrome de desgaste profesional en médicos y percepción de la violencia obstétrica. Revista Ginecológica Obstétrica Mexicana, 83, México, 173-178. https://www.researchgate.net/publication/273437470_Sindrome_de_desgaste_profesional_en_medicos_y_percepcion_de_violencia_obstetrica

Proyecto de Ley, Boletín: 12148-11. (2018). Moción que Establece derechos en el ámbito de la gestación, preparto, parto, postparto, aborto, salud ginecológica y sexual, y sanciona la violencia gineco-obstétrica. Cámara de Diputadas y Diputados, Chile. Obtenido en: http://www.senado.cl/appsenado/templates/tramitacion/index.php?boletin_ini=12148-11

 

Notas al pie

[1] Correos electrónicos: [email protected] y [email protected]

[2] Síndrome de Burnout: “es una forma inadecuada de afrontar el estrés emocional crónico, cuyos rasgos principales son el agotamiento emocional, la despersonalización y la disminución del desempeño personal” (Pintado-Cucarella et al, 2015:175).

[3] Nos referiremos a las mujeres en trabajo de parto como pacientes. Una discusión que surgió durante la investigación fue el concepto para referirse a la mujer en trabajo de parto. Lemus et al (2017), proponen cambiar el concepto de “paciente”, a la categoría de “usuario/a”, esto significaría el paso de un agente pasivo, a un agente con capacidad de tomar decisiones frente al accionar médico. Utilizamos el concepto de “paciente”, puesto que así las/os entrevistados denominaban a las agentes que acceden al sistema de salud.

[4] Termino que utilizo una entrevistada (Ginecóloga 4, Privado) para referirse a que los/las estudiantes imitan a sus superiores (otros estudiantes o profesores) en los campos clínicos para insertarse dentro de los equipos médicos.

[5] El Proyecto de Ley “Adriana”, el cual lleva el nombre de una mujer que vivió violencia gineco-obstétrica en un hospital del norte del país, la cual termino con la muerte de su hija Trinidad (Errázuriz y College & Valenzuela, 2021). Este proyecto se encuentra actualmente en la Comisión de Mujeres y Equidad de Género de la Cámara de Diputadas y Diputados, que busca establecer derechos en el ámbito de la gestación, preparto, parto, postparto, aborto, salud ginecológica y sexual, y sanciona la violencia gineco-obstétrica (Boletín: 12148-11).