Esta es una serie de bitácoras escritas por estudiantes de la práctica electiva “Memoria y Género: Aproximaciones desde las Historias de Vida” del Observatorio de Desigualdades de la Escuela de Sociología de la Universidad Diego Portales. 

Por Catalina Álvarez. Estudiante de Sociología de la Universidad Diego Portales.

El día jueves 17 de agosto tuvimos la segunda reunión de la práctica electiva “Género y memoria: Aproximaciones desde las Historias de Vida”, dónde comenzamos con las presentaciones de dos compañeras respecto a dos textos asignados. Primero, Valentina López hizo una presentación sobre el texto “Memoria individual, memoria colectiva y memoria histórica: Lo secreto y lo escondido en la narración y el recuerdo” del autor Darío Betancourt Echeverry. Y luego Emilia Soulé hizo una presentación sobre el texto “Memoria colectiva y culturas del recuerdo: Un estudio introductorio” de la autora Astrid Erll.

Ambas presentaciones guiaron una conversación respecto a la Memoria Colectiva, tanto de los elementos que la componen, que caracterizan y que la hacen distinta de otras clasificaciones de memoria. Betancourt, nos entrega tres memorias y sus definiciones, en primer lugar, la memoria histórica, que es la reconstrucción de un pasado y su proyección en el presente, mientras que la memoria colectiva logra una recomposición del pasado y remite a la experiencia de una comunidad o grupo. También presenta la memoria individual como un punto de vista de la memoria colectiva, ya que siempre estará condicionada por esta. De la misma manera, del texto de Erll desprendemos que la memoria colectiva tiene que ver en cómo lo pasado y lo presente se influyen recíprocamente en contextos socioculturales y por otro lado tenemos en cuenta que esta es dinámica. A partir de la discusión, pudimos actualizar nuestro libro de códigos con dos nuevos conceptos.

Toda esta conversación estuvo cruzada con lo que veíamos la semana pasada respecto a la experiencia, en dónde pudimos compartir experiencias personales y familiares respecto a la memoria sobre la dictadura y todo decanta en que para la memoria es fundamental la experiencia de cada persona. Se nombró por parte de una de las compañeras cómo los relatos tienen más peso cuando vienen de una persona que uno conoce y quiere. En ese sentido la experiencia se transmite con los relatos y la memoria, de generación en generación.

Para finalizar, nos vimos enfrentadas a la discusión de la institucionalización de la memoria y para ello analizamos el sello conmemorativo presentado por el gobierno para la conmemoración de los cincuenta años del golpe de estado. Discutimos acerca de cómo este sello representa muchas cosas y le dimos distintas interpretaciones, quedando una especial preocupación por la intención de mirar hacia el futuro que presenta el gobierno, lo que podría dar espacio para discursos de olvido y no para los discursos de justicia que las agrupaciones, familiares y la sociedad civil considera importante. Todo lo que se dio en la reunión nos invita a reflexionar acerca de cómo la memoria funciona como una construcción social y en su dimensión colectiva es fundamental respecto a la sociedad, sus aprendizajes y reparaciones sobre el pasado.