Este martes 7 de julio se llevó a cabo la tercera y última sesión del ciclo de lecturas “Bolívar Echeverría, la posibilidad de concebir una modernidad no capitalista”, que busca examinar el aporte y la vigencia de este filósofo ecuatoriano-mexicano, poco conocido aún, en la comprensión crítica de la modernidad capitalista en un contexto de actual crisis civilizatoria.

Para esta instancia, Mara Urrutia y Hernán Neira, expusieron sus principales reflexiones en torno al texto “¿Cultura en la barbarie?” del libro Vuelta de Siglo (2006). En el texto, Echeverría tematiza la relación dialéctica entre la alta y la baja cultura. La primera forma parte del proyecto civilizatorio de la modernidad capitalista. La baja cultura, por su parte, apuesta a una “estetización salvaje”. Una alternativa a esta oposición es la cultura barroca. La cultura, desde la perspectiva de Echeverría, es un hecho que tiene que ver con la vida práctica “en la que se producen objetos o bienes que median o permiten la reproducción de una sociedad” (p. 20). Es un momento de encuentro con otros que funda una identidad social.

La caída de la alta cultura como la caída de una época

Una de las ideas centrales del texto, discutidas durante este encuentro, refiere a la decadencia de la alta cultura, en un contexto de modernidad capitalista. Reconoce Echeverría, como un diagnóstico presente, la tendencia hacia un hecho catastrófico: “el de la muerte de la cultura en general y la sustitución de ella por la producción y consumo de eventos de diversión y entretenimiento” (p. 16). En este escenario, una sociedad receptora de esta denominada “industria cultural” se vuelve mera espectadora de su propio destino, incapaz de practicar ella misma una cultura desde abajo.

Sobre la posibilidad de liberación frente a la caída de alta cultura

La pregunta que siguió la discusión frente a esta tendencia de la modernidad capitalista presentada por Echeverría es ¿qué pasa cuando esta pretensión de la modernidad ligada a la alta cultura ya no existe? ¿Desaparece toda posibilidad de liberación? La respuesta a estas interrogantes, en palabras de Echeverría, sugieren que “la pérdida de hegemonía de la alta cultura apuntarían así hacia la realidad de un tránsito que lleva a un nuevo principio o sistema civilizatorio dentro del cual ella parece estar redefiniéndose y recibiendo una ubicación y una función no solo diferente sino de un orden completamente inédito dentro de la vida cotidiana” (p.18).

La cultura como cultivo de las formas

Frente a estas reflexiones, Echeverría busca entregar su propia definición formal existencial de la cultura. Se trataría de una nueva forma de cultura ligada con los objetos y las acciones de la vida cotidiana que descubren y descifran un sentido de la naturaleza. Una cultura que no es exactamente esta “alta espiritual” ni es tampoco la cultura de masas como la conocemos hoy. La cultura como cultivo de las formas, como él mismo denomina, se haría presente en el momento de su socialización, vinculándose estrechamente con la identidad de las personas. “La cultura sería así el cultivo de esa forma, entendido como una reconstrucción del momento y el acto en que fue inventada y descubierta y en apareció y se fundó la identidad social” (p.20).

Para el segundo semestre 2020, se dará continuidad a este ciclo de lecturas sobre Bolívar Echeverría, esta vez, en torno al libro “La modernidad de lo barroco” (1998) cuya primera sesión está programada para el miércoles 26 de agosto, de 15:00 a 17 horas a través de la plataforma de zoom.

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