Esta es una serie de bitácoras escritas por estudiantes de la práctica electiva “Memoria y Género: Aproximaciones desde las Historias de Vida” del Observatorio de Desigualdades de la Escuela de Sociología de la Universidad Diego Portales. 

Por Victoria Maluenda. Estudiante de Sociología de la Universidad Diego Portales. 

Durante el día 10 de agosto se dio inicio a la práctica electiva “Género y Memoria de la Dictadura Militar: Aproximaciones desde las Historias de Vida”, donde además de revisar los aspectos más bien administrativos y repartijas de tareas dentro del curso y su investigación, la conversación se centró en el primer concepto del libro de códigos: “Experiencia”, la cual definimos como un conocimiento atravesado por la vivencia, que si bien cuenta con una innegable dosis de subjetividad inherente a cada experiencia, es importante reconocer que estas vivencias están intrínsecamente entrelazadas con aquello que se desarrolla en nuestro alrededor, por lo tanto siempre está relacionada con un otro -un escenario, persona, evento específico, entre otros- y, a su vez, con la posición en la estructura social que tiene aquella persona que está compartiendo su experiencia.

Este enfoque nos lleva a comprender que, al abordar historias de vida y testimonios, la relevancia no radica únicamente en la vivencia en sí, sino también en quién es el narrador y desde qué perspectiva comparte su relato. Tal como apunta Leonor Arfuch (2018) en su obra “La vida narrada”, es importante que consideremos ¿Quién habla allí? Podemos encontrarnos con un adulto que rememora su pasado, teñido de nostalgia y alegría, o también con la manifestación de miedos y traumas. En muchos casos, estas voces entrelazan elementos de ambas emociones, creando un mosaico de experiencias que definen la complejidad de la vida humana, que a su vez están mediadas por la estructura social.

Esta intersección entre la individualidad y el contexto social se hizo palpable al analizar el capítulo “50 voces de un golpe”, específicamente en el testimonio de Marcela Ríos Tobar. Al examinar su relato sobre el 11 de septiembre de 1973, emergieron recuerdos arraigados en su infancia, entrelazados con sus percepciones de aquellos eventos. Aquí se evidenció cómo las infancias durante la dictadura desempeñaron un papel secundario, y se vuelve evidente que no hay nada más auténtico que una experiencia narrada. Este fenómeno encuentra eco en la obra de Alejandro Zambra, “Formas de volver a casa”, donde las historias individuales se tejen con el tejido social, generando una red compleja de significados. Cada narrador aporta una perspectiva única y valiosa que, en su conjunto, construye un mosaico completo de la época, lo que válida esta autenticidad que mencionamos anteriormente.

Hemos explorado cómo las vivencias personales se entrelazan con el entorno social y cómo los relatos autobiográficos capturan una gama diversa de emociones y perspectivas. Al analizar el testimonio de Marcela Ríos Tobar de forma espontánea mencionamos la obra de Alejandro Zambra, comparando los relatos de la niñez en dictadura, donde identificamos a lxs niñxs como personajes secundarios de la historia. En última instancia, esta exploración nos insta a reconocer la riqueza intrínseca en cada experiencia compartida y cómo estas contribuyen a tejer el tapiz de la memoria histórica de nuestro país.