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“Identidad barroca”, última sesión del ciclo de lecturas sobre “Modernidad y Blanquitud”

4 Agosto 2021

El pasado jueves 22 de julio se realizó la última sesión del III ciclo de lecturas sobre Bolívar Echeverría en torno a la obra “Modernidad y Blanquitud”. Para esta instancia, María Ángela Cifuentes y Alejandro Viveros presentaron los capítulos “Meditaciones sobre el barroquismo”; “El 68 mexicano y su ciudad” y “La modernidad y la anti-modernidad de los mexicanos”.

“Meditaciones sobre el barroquismo” condensa las ideas centrales de Bolívar Echeverría en su obra “La modernidad de lo barroco” ¿De qué estamos hablando cuando hablamos de barroco? Para explicar la teoría del barroco el autor utiliza ciertos ejemplos – como el personaje de Alonso de Quijano en Don Quijote de la Mancha, la vuelta a Theodor Adorno y la decorazione assoluta, la teatralidad/teatralización, lo ornamental en el arte barroco – que convidan al(la) lector(a) a pensar en la identidad (barroca) de América Latina. Una identidad cuyo origen remonta a la América del siglo XVII, punto civilizatorio marcado por un ethos barroco, de mestizaje cultural, que se produjo como bifurcación del barroquismo europeo. A medida que avanza el capítulo, Echeverría hará una bajada de estas reflexiones a los hechos históricos de una ciudad, México (Nueva España) y a sus textos de producción colonial en torno a la religiosidad guadalupana. Específicamente, el Nican Mopohua (1556), de Antonio Valeriano, a partir del cual el autor intenta explicar, por un lado, esta fe que entendemos como católica pero que deriva de deidades prehispánicas ¿Cómo fue que se cristianizaron estas deidades? Por otro lado, de entender un proceso de evangelización que llega en un momento donde se encuentran y se recrean dos proyectos civilizatorios, los indios huérfanos y los españoles olvidados por la corona. Estos, a larga, se volverán mancomunados.

“El 68 mexicano y su ciudad” parte presentando algunas reflexiones sobre el movimiento estudiantil del 68 en Europa y la juventud como sujeto político. A partir de ahí, intenta establecer un contraste con el 68 en México que, si bien fue protagonizado por jóvenes, tuvo desencadenantes diferentes al europeo. Del 68 europeo, Echeverría rescata el rol de la juventud que participó del movimiento estudiantil, no solamente como grupo manifestante, sino que como sujeto crítico del momento histórico post segunda guerra mundial que se estaba viviendo. Para ello Echeverría reflexiona sobre los significados, las motivaciones y la forma en que estos jóvenes se involucran en el movimiento del 68. Se trata de una generación, hijos herederos de la post guerra, que crece como parte del proceso de regeneración política y económica llevada por el Plan Marshall en Europa y que se siente de alguna manera utilizada ante una aparente tolerancia por parte de sus padres. Tolerancia represiva en tanto se los está preparando, como nueva generación, para ser integrados en el sistema del progreso capitalista del que no se sienten y no quieren hacerse parte. Ante esto, la juventud de la época ve importante estar involucrada políticamente para no tomar una actitud conforme con el sistema. Se trata más de una reacción que de una propuesta de acción para la transformación. Inspirados en lo que estaba pasando en el “tercer mundo” (Cuba, Vietnam), estos jóvenes intentan hacer una revolución con las herramientas que tenían a la mano (marchas, manifestaciones, poesía a través de grafittis) para transmitir un deseo de ruptura y de rebelión.

El movimiento estudiantil del 68 mexicano, en cambio, si bien tiene relación con lo sucedido en Europa, no se constituye como una reacción en contra del statu quo. En este caso la protesta tenía un objetivo claro que era el Estado autoritario de Díaz Ordaz y la relación que este establecía con Ciudad de México. Existía, además, una relación mucho más estrecha entre lo que estaban manifestando los estudiantes y un gran segmento de la sociedad mexicana que se veía identificada en ellos. Echeverría intenta explicar este vínculo, remontándose a la herida abierta que dejaron los procesos de “modernización” que se dieron en ciudad de México en la década de los 50 y 60. Agravio urbano que el autor ejemplifica con la intervención de uno de los sectores más populares del centro de México para construir la prolongación del Paseo de la Reforma y que rompió con la armonía social y la particularidad cultural de la ciudad. La matanza de Tlatelolco, final trágico del 2 de octubre de 1968, termina de marcar la diferencia entre el 68 europeo y el mexicano. Cierra Echeverría con algunas reflexiones finales sobre el significado que tuvo el movimiento del 68, donde la palabra política se pronunció por última vez antes de ser vencida por el capital, enmarcado en los mass media, dentro de juegos de negociaciones e intereses de un nuevo momento histórico.

El libro “Modernidad y blanquitud” culmina con el capítulo “La modernidad y la anti-modernidad de los mexicanos” donde Echeverría explora los modos de la modernidad que han ido operando en México. Para ello, parte estableciendo ciertas divisiones clásicas entre lo desarrollado y lo subdesarrollado; la modernidad capitalista y la pre modernidad. A modo de complejizar estas ideas, Echeverría despliega su teoría de la modernidad capitalista, formulada como esa particular posibilidad técnica que nos permitió sobrellevar el mundo en un momento dado. Comunión entre modernidad y capitalismo que terminó siendo dominante. Se pregunta frente a ello ¿Dónde está la anti-modernidad entonces? Para responder a esta pregunta Echverrería identifica tres polos principales de anti-modernidad:  la anti-modernidad de “lo mágico, lo milagroso, lo sobrenatural, lo maravilloso”; la anti-modernidad de lo barroco y la anti-modernidad del comunismo del siglo XIX. Nuevamente el autor lleva estas reflexiones al caso mexicano ¿Cuál es la identidad de los mexicanos en esto momento de modernidad capitalista? Para Echeverría existen muchos México. En México, el efecto de los shocks civilizatorios tuvo como resultado una multiplicación de las identidades. Lo que hay detrás de la modernidad racional civilizada blanca (whitexicans) son múltiples modos de anti modernidad: el México profundo (indigenismo guadalupano), el México barroco (anti realista), el México contestatario (anti capitalista). Todos estos Mexicos están operando el día de hoy.

El Observatorio de Desigualdades UDP continuará durante el 2do semestre del 2021 con un IV Ciclo de Lecturas en torno al pensamiento del filósofo ecuatoriano-mexicano Bolívar Echeverría (1941-2010). En esta próxima versión se profundizará en su libro Las ilusiones de la Modernidad.