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Entrevista a Brendan Mullan: el ascenso de las neo-desigualdades

24 Marzo 2017

Entrevista, traducción y edición realizada por Cristóbal Moya

Transcripción Yanko Pavicevic

En el marco del seminario sobre desigualdades ICSO-Observatorio de Desigualdades “The rise of neo-inequality”, entrevistamos al profesor B Mullan (Michigan State University). El profesor Mullan expuso a partir de su artículo “The Sociology of Inequality and the Rise of Neo-Inequality” publicado en Sociological focus. Tanto el seminario como la entrevista tuvieron lugar el jueves 9 marzo en la Facultad de Ciencias Sociales e Historia UDP. La propuesta del académico apunta a comprender las nuevas desigualdades que han surgido al alero del desarrollo mundial del neoliberalismo. A su vez, consiera estrategias para abordar estas neo-desigualdades y analiza la posición de los cientistas sociales en esta tarea.

Neo-desigualdades

C: Has propuesto un enfoque nuevo para abordar las desigualdades aparecidas desde fines del siglo XX, haciendo un llamado a realizar cambios en la política social. En esta postura el neoliberalismo destaca como una referencia central en la emergencia de las neo-desigualdades. La sociología tradicionalmente ha estudiado las desigualdades en distintos periodos, destacando el rol de factores como la clase, la raza, el género, entre otros. Ya que has acuñado el término “neo-desigualdades”, ¿en qué sentido una neo-desigualdad es cualitativamente distinta de las antiguas desigualdades? Me refiero a ¿qué es lo nuevo en estas desigualdades?

B: El término neo está tomado directamente desde el concepto de neoliberalismo. La pregunta remite a cómo el liberalismo difiere del neoliberalismo, cómo la desigualdad se distingue de la neo-desigualdad. Para mí “neo” captura la esencia de la transformación social que subyace a las desigualdades, la transformación social incrustada con la adopción del neoliberalismo como una ideología, del neoliberalismo como un sistema de gobernanza y del neoliberalismo como un conjunto de políticas (policies). Esas tres conceptualizaciones del neoliberalismo vienen fundamentalmente a transformar la sociedad en la que vivimos; esa transformación da lugar a una serie de desigualdades. Dado su lazo con el neoliberalismo, las llamo neo-desigualdades.

C: También mencionas que no existe algo así como “buena desigualdad”. ¿Qué le dirías a quienes argumentan que las desigualdades mejoran la competitividad y, por tanto, la eficiencia en los resultados?

B: Como explicaba en la discusión de la mañana, si acaso eso fuera verdad, lo es solamente hasta un punto de maximización.

C: Solo hasta un nivel tope de desigualdad…

B: Correcto, y más allá de ese punto de maximización, que puede alcanzarse muy rápido, la desigualdad no beneficia una operación o producción eficiente de la sociedad. Mi conceptualización de la desigualdad es más amplia que la definición económica convencional de la desigualdad que gira en torno al concepto de ingreso.

Mecanismos que reproducen la desigualdad

C: Cuando hablas de mecanismos que reproducen la desigualdad, como el acaparamiento de oportunidades y la explotación, ¿cómo es que estos tienen lugar u operan en la sociedad? ¿Podrías pensar en algún ejemplo para América Latina?

B: El acaparamiento de oportunidades y la explotación remiten a la idea de capturar una serie de características para el beneficio propio. Un ejemplo sería el privilegio de vivir en una comunidad cercada: la privacidad, la seguridad, el confort, la exclusividad, la exclusión de otros serían una oportunidad para acaparar beneficios para sí mismo. De manera similar, la mercantilización y privatización de la educación: uno puede acaparar educación en tanto pueda pagarla. Así, el acto de pagar por una oportunidad, el acto de acaparar una oportunidad a través de pagos, lleva fácilmente a la explotación de esa oportunidad para el beneficio personal.

C: ¿Te refieres a la explotación de esa oportunidad?

B: ¡Sí, absolutamente! La explotación de las oportunidades. Acaparar la oportunidad no te va a beneficiar a menos que la explotes…

C: Tienes que poder explotarla para beneficiarte…

B: Correcto…

C: En tu descripción de los marcos categóricos que legitiman las desigualdades, los actores subalternos o que no son de la elite parecen condenados a adoptar los marcos de la elite. ¿Existe una forma de revertir esta subordinación?

B: [risa]…primero, debo explicar por qué ellos adoptarían los patrones y privilegios de la elite. Para mí, eso ocurre porque tales privilegios son ejemplificados y glorificados en este régimen de aspiraciones neoliberales. Como describí en la mañana, existen características adquiridas y adscritas y las características adquiridas son prontamente vistas como las características deseadas. Ahora, en cuanto a si pueden o no ser resistidas…para mí es una pregunta muy difícil; la noción de logro o realización en términos neoliberales se ha incrustado tanto, ha sido tan aceptada en los últimos años, que la hemos aceptado. Aún así, veo el comienzo de un cambio…

C: ¿En qué sentido?

B: No viene en las direcciones que hemos esperado. Veo en el surgimiento del populismo actual, de la actual politización del populismo, tanto en la derecha como en la izquierda, muy distintos por cierto. Con el populismo de derecha, el surgimiento de movimientos anti Unión Europea y luego en el movimiento por el Brexit en el Reino Unido, el ascenso de Donald Trump, el potencial ascenso de Marine Le Pen, el surgimiento de un partido búlgaro de derecha, la reacción de Europa a la crisis de los refugiados sirios. El populismo de izquierda está ilustrado en la popularidad de Bernie Sanders. Es muy extraño, buscan resultados similares, buscan resistir el establishment neoliberal, el orden que impera, pero lo buscan desde distintas posturas. La postura de derecha está desafecta y desencantada. La postura de izquierda es, disculpando la expresión, una aceptación políticamente correcta de las diferencias. El dilema que enfrentamos se refiere a dos posturas radicalmente diferentes que reaccionan contra el mismo poder percibido de la elite.

C: De esa forma, ¿ves el ascenso de Donald Trump como una resistencia al neoliberalismo?

B: Totalmente, una de las conclusiones que mencionaba esta mañana cuando no tenía tiempo para elaborar más es este disenso… el aumento en el descontento se traduce en desesperanza y esa postura aparece repetidamente en Donald Trump. Recientemente Donald Trump anunció que acabaría con el Obamacare, el programa de salud pública en EE.UU., eso va a dañar esa misma postura, están yendo contra sus propios intereses.

C: …pero también contra el neoliberalismo

B: Pero también contra el neoliberalismo, incluso si no pueden articularse, organizarse…y lo mismo ocurrió con el Brexit. La pérdida de trabajos de manufacturas, la desaparición del contrato social, la incapacidad de proyectar que a los propios hijos les vaya mejor que a uno, generación tras generación…Todo eso ha desaparecido y nuevamente, si me puedo explayar al respecto; a pesar de la retórica exitosa de Donald Trump, esos puestos de trabajo no van a volver. Esta ilusión de hacer EE.UU. grande nuevamente (“Make America great again”) atenta contra el contrato social, para los graduados de secundaria, los trabajos en manufacturas, con los sindicatos apoyando un nivel de salarios que alcance para beneficios de salud, para beneficios de pensión, en fin, poder comprar una casa…La retórica política es “trabaja duro, paga tus cuentas y serás recompensado”. Por supuesto, este nunca es el caso y esos trabajos no volverán. La globalización desplazó esos trabajos a otras partes, México, China…contribuyendo al declive de la manufactura, así como lo ha hecho el aumento en la automatización. El énfasis actual está en cómo resistir, desde la automatización y la prescripción de políticas, por supuesto. Entrenamientos de habilidades, post entrenamiento, preparación para la economía de servicios…

Sociología y psicología social

C: Cuando hablabas de los marcos categóricos de la elite, pensaba en la teoría del habitus de Bourdieu y la crítica usual que se le hacía a su teoría en relación a que las personas no pueden cambiar.  Menciono esto porque cuando describes las neo-desigualdades enfatizas una dimensión cognitiva, así como promueves el diálogo entre la sociología y la psicología social. ¿Qué contribución ves en este enfoque interdisciplinario para estudiar las desigualdades? ¿Necesita la sociología más psicología social?

B: La sociología siempre ha tenido un componente de la psicología social…

C: ¿George Herbert Mead, por ejemplo?

B: Correcto, correcto. Sin embargo, el aumento en los últimos diez o quince años de una psicología social más conductual, por ejemplo, el ascenso de la economía conductual (behavioural economics) y la incorporación de la psicología de la conducta en la toma de decisiones, el método experimental y la aplicación de un grupo control frente a uno de tratamiento rigurosamente aplicado…uno comienza a comprender la distribución económica y el desarrollo de políticas pública de forma muy interesante. Cómo beneficiar con esto al área de los marcos de pensamiento que propongo que subyacen a la percepción de la desigualdad es algo que tengo que estudiar más. No quiero evadir tu pregunta, pero hay algunas partes de mi pensamiento que todavía son emergentes. Particularmente, incorporo los métodos conductuales. Veo el inicio de un futuro revitalizado para la psicología social. Sigo luchando por incorporar eso en mi trabajo, no soy un psicólogo social, ni por entrenamiento o definición, pero sospecho que voy a seguir en esa dirección.

Transformar la desigualdad

C: Si las desigualdades persisten debido a una negligencia colectiva, como mencionas en tu artículo, y el contexto neoliberal tiene una buena parte de la responsabilidad en esto, ¿cómo deberían abordarse las nuevas políticas (policies) en términos políticos (political terms)?

B: En términos politicos, esto es muy difícil. Algunos países han sido más exitosos que otros. La implementación de un ingreso básico universal en Finlandia es observado con mucho interés. Existe mucho escepticismo en EE.UU. y el Reino Unido, los diseñadores de políticas públicas y quienes toman decisiones políticas son muy escépticos respecto a si puede ser aplicado. La aplicación de un ingreso básico universal enfatiza una separación, un divorcio, entre el trabajo y la recompensa. Tradicionalmente en el mundo moderno y en la era postmoderna o postindustrial ha habido un estrecho lazo entre trabajo y recompensa. Por fuera de ese lazo, hay un athema de que la intervención produce bienestar. Los programas que enfatizan la política de un ingreso básico universal necesariamente reconocen que puede haber una separación entre trabajo y recompensa, algo muy explosivo; particularmente para la derecha, para los más conservadores del espectro político. Sin embargo, habiendo dicho esto, existen precedentes. Por ejemplo, el Reino Unido tiene una subvención para niños que es un programa antiguo y bien establecido. Se trata de una subvención familiar para los niños pequeños que es independiente de la riqueza de la familia. Ahora, nuevamente, existen movimientos que quieren cambiar esto, limitar la subvención a las familias más ricas. El precedente en Brasil, aunque actualmente ha perdido simpatía por la crisis económica: los brasileños han promovido la distribución universal del bienestar, aunque muy politizado desde la perspectiva de los sucesores de Lula da Silva. New Jersey es también un caso de estudio donde se ha demostrado muy claramente que las viviendas públicas pueden ser provistas en el municipio de New Jersey y que este puede disminuir su segregación de forma exitosa a través de una entrega de viviendas públicas de calidad. Ahora bien, estos ejemplos están en curso, deben seguir siendo estudiados y pensados.

C: Una última pregunta. Me parece muy interesante la referencia que haces respecto al rol de espectadores que tienen los sociólogos en el proceso histórico de ascenso de las desigualdades. ¿Cuál es nuestro rol, como sociólogos, en la transformación de las desigualdades?

B:  Una de las cosas que propongo, en el principio y el final de mi artículo, es la idea de que los sociólogos se han relegado a los márgenes de la discusión. Estoy de acuerdo con algunos colegas en que nos hemos auto infligido esta posición. Ahora necesitamos tomar nuestro trabajo y nuestros ejemplos para hacerlos socialmente relevantes y aplicables a la política social. Mathew Desmond, un académico joven, que publicó recientemente su libro Evicted, vivió en un tráiler en un parque de viviendas de bajos ingresos en Milwaukee y examinó las estrategias de supervivencia de los más pobres de los pobres a través de un trabajo de campo extenso. Su libro atrajo mucha atención, es un tipo de investigación que reposiciona a los sociólogos, es una investigación etnográfica muy rica y cuidada. No describe la mecánica de ser pobre, sino que las estrategias de supervivencia que adoptan los pobres para enfrentar sus condiciones. Yo pienso que eso es un terreno fértil para los sociólogos que continúan esa tradición, ese tipo de trabajo.

C: ¿Piensas que los sociólogos debiéramos involucrarnos en la elaboración de políticas?

B: Pienso que ciertamente merecemos un asiento en la mesa. Creo que los necesitamos, necesitamos llevar al proceso de diseño de políticas el trabajo de campo detallado y cuidadoso de la investigación etnográfica y por encuestas. También puedes utilizar una perspectiva demográfica, investigación con el censo…pero hemos sido relegados. En las últimas décadas no hemos tenido un asiento en la mesa donde lo han tenido los economistas y otros cientistas sociales. Estamos conscientes de aquello y estamos comenzando a hablar al respecto.